domingo, 25 de octubre de 2009

Complejo de Peter Pan

Las profecías mayas respecto al 2012 prevén una transición de la humanidad hacia una dimensión más elevada y profunda, de mayor conciencia colectiva donde el ser humano se una con todo lo que lo rodea, convirtiéndose en un ente consciente no sólo de su realidad sino con la plena intención de hacer algo por ella. Anuncian, además, que tal evolución será precedida por una serie de acontecimientos perturbadores a la realidad tal como la conocemos: guerras, terremotos, huracanes, tsunamis, hambrunas, pandemias y toda clase de fenómenos serán el pan de cada día hasta la noche del 22 de diciembre de 2012, fecha programada para la transición.

Independientemente de si creo o no en las profecías, el análisis de la situación me deja algo muy en claro: a toda evolución o cambio antecede una hecatombe. Quisiera creer (y estoy segura de que así es) que tal premisa es aplicable a la vida diaria de cualquier persona común y corriente, en este caso: yo.

En las últimas semanas mi vida ha sido un total caos; mi brújula, la que una vez fuera infalible y estable, hoy día más que brújula parece trompo. ¿Cómo empezó este proceso de cambio? Diré que fueron varios factores, entre ellos una crisis emocional familiar demasiado profunda que movió sentimientos de los cuales su existencia me era desconocida y, por otro lado, la jalada de orejas de una de mis mejores amigas, sino es que la mejor. La conjunción de ambas situaciones fue la que hizo que me diera cuenta de que llevaba un rato siguiendo un camino que tal vez ya no era el mío.

La cuestión es que me di cuenta de que, por más obvio que pueda ser para el resto del mundo: ya no soy una niña y que, por tanto, ya no puedo actuar como tal. Esta última situación es la que me causa más trabajo pues implica cambiar todo en mí. Podrían preguntarse ¿cómo es posible que una muchacha de 20 años, que acaba de cumplir su tercer año viviendo sola, pudo creer ser o comportarse como una niña? Siendo honesta, es lo mismo que yo me pregunté y fue así como comenzó el proceso de introspección; el cual aún no termina, pero formula respuestas bastante interesantes.

La cuestión es que yo no me daba cuenta de que actuaba como una pequeña infante, para mí era la forma de proceder más normal: la única que conocía. Sabía que era lo que se esperaba de mí (o al menos creía saberlo) y, entonces, yo sólo procedía a alcanzar tales metas sin detenerme a pensar, por más ridículo que suene, cómo me sentía yo con eso. Conocía a la perfección los roles que debía desempeñar, y mientras mis amigos, conocidos y compañeros tenían un desorden total en sus vidas, con sus respectivas aventuras amorosas, yo me conformaba con ver y escuchar su desorden sin ser capaz de comenzar el mío simplemente porque no se me antojaba o tal vez porque me daba miedo y como no sabía cómo lidiar con eso, lo más fácil era no tener uno. No sostengo que la forma en la que ellos actuan es la correcta y la mía, incorrecta; la verdad es que desconozco las razones por las que se comportan de esa manera y puede ser que estén en la misma situación que yo; un acto de rebeldía injustificado es igual a uno de obediencia no razonada.

Fue cuando me puse a pensar, ¿qué es lo que quiero? La verdad es que no encontré esa respuesta, al menos no como un objetivo exacto sino más bien como situaciones abstractas alcanzables desde diferentes perspectivas. Me puse a pensar en mi vida, por un momento llegué a pensar que había sido tiempo desperdiciado o perdido. A mis 20 años no he tenido pareja sentimental, ni siquiera he estado cerca de tener una; claro que yo estaba consciente de esa situación, lo que comenzó a alarmarme fue el pensamiento popular: ¿qué es la vida sin amor? Porque como bien sabrán los sabios, los mendigos, el mundo entero concuerda en que la vida se reduce al amor; y dado el caso de que yo no había tenido ninguno resulta comprensible mi alarma y desespero. Por un momento pensé en convertirme en una persona de amores fáciles, jugar un rato, divertirme, VIVIR. Pero de nuevo, mi mente incansable continuó analizando..se y concluyó que en el fondo eso no es lo que quiero. Verán, mis amigas y mi hermano llegan a criticarme por ver demasiadas películas o por ver demasiada televisión; afirman que el príncipe azul no existe y que debo regresar los pies a la Tierra y conformarme con un simple mortal; por un momento casi lo hago. Llámenme ilusa o romántica, pero decidí que no estoy dispuesta a conformarme con menos.

Descubrí que si bien es cierto que no he conocido el amor de una manera romántica, es injusto decir que no he amado. Amo a Dios (al ente creador, al amor mismo), amo a mis padres, a mis hermanos, a algunos de mis tíos, a mis primas que son como mis hermanas, a mis más cercanos amigos, pero sobretodo me amo a mi misma; no en un sentido ególatra o narcisista sino que considero que para amar a los demás primero debes amarte tu mismo, y me di cuenta de que yo lo hago. Comprender eso fue un alivio, porque verán: pensar que los 20 años que llevas de existencia son un desperdicio es bastante duro y awitante, pero comprender que has vivido a TU MANERA (como diría mi querido Frank Sinatra), suaviza las cosas.

Me di cuenta también de que la razón por la que había evitado tener novio era porque no me aceptaba a mi misma, y ¿cómo esperar que alguien me acepte si yo misma no lo hago? Verán siempre he sido nerd; en parte porque se me facilita, en parte porque no conocía otra forma de ser; y esa etiqueta siempre me ha parecido algo poco apetecible para el sexo opuesto. Siempre tuve la idea de que las mujeres inteligentes son aborrecidas o indeseables por los hombres, y como no estaba dispuesta a comprometer mi inteligencia por un tiny winnie, pues me hice la firme idea de que mi eterna compañía sería la soledad. Aclaro que no es que me considere un Einstein, simplemente, prefiero una conversación profunda a un buen apañe (lo más probable es que sea porque nunca he tenido uno) y que estoy conciente que desde el punto de vista testosterónico se prefiere lo contrario. Después, llegué a considerar la opción, como ya dije, de jugar un rato, de no intentar tener la conversación profunda, sino lo completamente opuesto, pero a tiempo me di cuenta de que quiero THE WHOLE PACKAGE y que I WON'T SETTLE FOR LESS, y el himno de mi asociación (I don't need a man) se volvió a convertir en mi escudo de guerra.

Sin embargo, también me di cuenta de que no encontraré el paquete completo encerrada en mi cuarto viendo películas en el ordenador,o paniqueandome cada vez que un muchacho me dirige la palabra o evitando hablar con la persona que me gusta por miedo a: ser rechazada o hacer el ridículo. Hay tantos peces en el agua, lo sé; pero de que sirve que haya tantos si ni siquiera intentas pescar uno, digo no es como que nomás de verlos los vayas a atrapar. Es necesario tener la red o la caña o la indumentaria necesaria, en este caso la actitud; y es precisamente esa actitud la que estoy intentando conseguir a mi modo, tiempo y espacio, en otras palabras: estoy buscando el manual; porque cómo me diría Elle Woods: tienes el equipo, sólo te falta leer las instrucciones.

En resumen, llegué a la conclusión de que (sin tomar en cuenta la creencia de la reencarnación) sólo se vive una vez y de que es momento de empezar a vivir mi vida, no la vida que creí que era la mía, sino una basada en mis decisiones, necesidades, gustos y preferencias. Si bien solía comportarme de una manera porque tenía que ser la hija buena, la amiga fiel, la hermana incansable porque así me educaron; ahora seré todo eso y más porque QUIERO, no porque tengo que. Lo malo de tener ese pasado intentando, sin darme cuenta, la perfección, es que al momento de cambiar tu comportamiento surgen los problemas y las quejas de quienes te rodeaban pues están acostumbrados a cierta versión tuya y cuando la cambias todo es desconcierto. Pero es momento de que tome las riendas de mi vida, de que decida pensando en mi y no en nadie más. Sé que aunque sea difícil la adaptación en el fondo es no sólo lo mejor sino también lo necesario, es el curso de la vida, es parte de crecer, de la transición de niña a mujer, de lograr la plenitud. El pasado no puede convertirse en una cadena que impide tu crecimiento, debe cumplir con la función de recordarte quién eres y lo que quieres y buscas, nunca debe ser una carga o peso en tu contra; si así es, es hora de limpiar el baúl de los recuerdos.

Yo era una Peter Pan cualquiera, crecer me atemorizaba; pero después de mi tormenta vino la luz, y puedo afirmar que estoy terminando la mudanza del País de Nunca Jamás. Mi nueva dirección será la realidad, pueden visitarme cuando quieran, pues en el fondo sigo siendo la misma, con tan sólo algunas actualizaciones y mejoras a mi sistema operativo.

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