domingo, 23 de agosto de 2009

Y tu leche, ¿de qué la quieres?

Ayer fue un día de breakouts para mí. Una queridísima amiga me invito a un parque de diversiones, accedí. La verdad es que fue increíble; había tenido una semana emocionalmente pesada (por sinsentidos que yo misma me impuse, supongo que cuando quieres estar mal sobran los motivos; lo curioso es que no quiero estar mal, pero ¿cómo apreciar la felicidad cuando no se conoce lo contrario?) y ese día fue asombroso. Comenzando por un show acuático que aún cuando me dejó mucho en que pensar, cuestiones que serán abordadas en futuros posts para no hacer más pesado este, me divirtió bastante.

Ya me había subido a la mayoría de los atractivos del parque en una visita anterior, aún así sentí la adrenalina antes, durante y después del recorrido. Sin embargo, el breakout principal para mí fue subirme a un juego conocido como boomerang, fue hasta que llegué a mi casa que me cayó el veinte de por qué el dichoso nombrecito y es que tal juego tiene la particularidad de ir y venir, es decir, te lleva de reversa! lo cual me daba más que miedo, pavor. Claro que para subir a la máquina aquella tuvimos que hacer una fila por más de una hora, no es suficiente el terror que me causaba pensar en subirme, sino que tuve que soportar dicha sensación por bastante tiempo, irónico pensar que hacemos colas de más de una hora por un juego que dura apenas minutos. Mientras esperaba mi turno me tocó presenciar el recorrido del juego varias veces y cada que volteaba a ver el juego y escuchaba los gritoss la verdad es que yo sufría por dentro, mi terror llegó al clímax cuando vi salir a un señor llorando, la verdad es que yo no lo ví, pero mis acompañantes me dijeron y la verdad es que yo les creo, tanto que casi salgo corriendo; dirán ¿por qué fregados te subiste? sinceramente, no lo sé. La razón puede encontrarse en varios factores: estaba ahí, había demasiada gente como para salir corriendo, no porque me diera pena, sino porque no hubiera podido, verán: en la fila hay entrada, más no salida.

Otra razón fue el superar mis miedos, al menos ese fue el cocowash de mi amiga para que no me fuera, claro que de haber querido fuerza humana alguna no me lo habría podido impedir, verán cuando pretendo algo lo consigo (no porque me la tire de poderosa, sino porque es verídico, cuando en verdad quiero algo lo hago, supongo que no eran tantas mis ganas de irme porque terminé subiéndome y no me arrepiento). También pudo haber influido el hecho de que soy humana y todo ser humano tiene cierto nivel de masoquista, el mío sale a la luz en ese tipo de juegos, sufro antes de subir, pero la verdad es que disfruto esas emociones y como no tengo problema cardiaco alguno no hubo algo lo suficientemente válido (dentro de mis estándares) como para acobardarme. Y por último, tengo un recuerdo mío en un parque acuático de mazatlán en el que no me atreví a saltar de una especie de tirolesa en la que caías a la alberca; no me arrepiento de no haberme tirado, la verdad es que en ese momento tenía la profunda certeza de que si me tiraba moriría descalabrada, pero no quiero tener otro recuerdo de esa índole, uno en el que por miedo no me atreví a hacer lo que me había propuesto; así que decidí continuar en la fila y disfrutar, dentro de lo que pudiera, el recorrido; y lo hice! XD


Al final del día me sentí libre, invencible, imparable: mejor que nunca. Liberarme de las cadenas que yo misma me había impuesto por medio de miedos, tabúes, penas, y sabe cuantas cosas más, fue lo mejor que me pudo haber pasado. Tanto fue el impacto de esa experiencia que, parecerá ridículo, pero para aquellos que me conocen saben que no parece: simplemente lo es, de regreso a mi casa estaba mirando por la ventana del camión, pensando en el día y viendo pasar a los transeúntes y transportes y transportistas que pasaban, ( y la verdad es que vi bastantes porque el conductor del camión al que subí simplemente no se dignaba a avanzar, esperaba a que se llenará, como comunmente sucede en las calles y camiones de esta ciudad) cuando alguien que iba en una combi, quien yo di por supuesto que era el amigo del conductor me sonrió y lo inusitado fue que yo le devolví la sonrisa. Siendo yo, ante un desconocido, eso es más que inusitado, sin embargo lo hice y también fue liberador. El muchacho, para ser microbusero de esta chilanga ciudad, tendré que decir que no era el típico ejemplar; puede ser que simplemente haya tenido una bonita sonrisa, no lo sé, era de noche y no me fijé y la verdad es que no importa, big picture please! Lo remarcable es que no fui la mamona que siempre soy y le respondí la sonrisa, la verdad es que eso no me quita nada, hasta ahora lo comprendí. Verán, soy una persona sonriente, pero cuando sonreír implica desconocidos del sexo masculino (feos o guapos, la verdad es que no discrimino) se me olvida cómo contraer los músculos faciales que logran dar esa impresión de coquetería, sencillamente no puedo, inconcientemente no me lo permito; pero no más.

Cómo es posible que un juego haya repercutido tanto en mi vida, no lo sé. Lo que sé es que pedí otro envase de chocomilk de Hershey's saliendo de six flags, pues me habían dado de fresa (strawberrymilk? fresamilk?) y ese no me gusta (los estaban regalando, lo cual me hace algo así como merecedora de la pena ajena) así que cuando vi que sacaron de chocolate me arriesgué y pedí uno de mi sabor preferido, a pesar de que las reglas del buen comportamiento en mi mente me rogaban que no lo hiciera, pero ¿qué podía perder?nada y podía ganar ya fuera un chocomilk o uno de los momentos más placosos de mi vida; gané lo primero y fui feliz.

Espero poner en práctica las enseñanzas de mi día en las seis banderas; no cohibirme y simplemente hacer lo que me plazca, sin reproches o ataduras, total la vida es corta o muy larga, como para no disfrutarla. Y si para poder disfrutarla necesitas un chocomilk, pues ¿que esperas?,¡¡ve por uno!!

viernes, 21 de agosto de 2009

Bye bye, sam.

Las relaciones interpersonales son extremadamente complicadas: una palabra emitida u omitida y la relación cambia drásticamente dejando una huella imborrable, para bien o para mal, en la relación. Lo complicado sería la reivindicación, más aún cuando no sabes qué fue exactamente lo que sucedió y mucho menos si fue responsabilidad tuya, de tu contraparte o simplemente ciertas susceptibilidades salieron heridas y al final no fue más que un malentendido que, por no tratarse a tiempo, terminó por convertirse en la gota que derramó el vaso y dio por terminada la amistad, relación o lo que fuere.

La situación es que al estar involucradas dos personas con complejos, vanidades, formas de pensar, orientaciones, preferencias, y un sinfín de características más que las hacen ser, si bien compatibles pero diferentes, únicas e irrepetibles, pudiendo constituir una complicación más para el buen funcionamiento de la interacción.

Y qué decir cuando las relaciones son impuestas, ya sea por costumbre, por lazos sanguíneos o por conveniencia; se llega a un punto álgido en el que cualquier detalle, por más mínimo e insignificante, puede ocasionar la ruptura del frágil lazo que sostiene a la relación. En estos casos podemos suponer que la relación comenzó con el consentimiento de los implicados, sin embargo, por azares del destino dejaron de tener intereses en común (si es que éstos alguna vez existieron) y por mero hábito continuaron con la cada vez más doliente y penosa convivencia que por no ser detenida a tiempo condujo a pasajes poco deseables y al agotamiento de la empatía existente entre los involucrados. Por eso, me atrevo a afirmar que es preferible poner las cosas en claro, preguntarse si vale la pena continuar, si lo vale, hacer todo lo necesario para salvar la relación, de lo contrario es mejor dejarla por la paz y cerrar el ciclo.

Estarán pensado: demasiado emo para mí; y lo más probable es que tengan razón. No pretendo quejarme de mi inexistente vida amorosa, más bien pretendo reflexionar sobre las amistades, pues verán creo estar perdiendo una y no estoy segura de querer salvarla. Mamona!! Tal vez. Lo que pasa es que por más que lo pienso, me resulta insalvable. Compartimos amigos, verídico. La quiero, cierto también. Pero siento que ya no hay química, ni intención de continuar de su parte o de la mía y una vez en acción es imposible detener el desencadenamiento de la entropía salvo con acciones radicales que no estoy segura de querer tomar. Espero no decidir demasiado tarde; y que mi lado emo se extinga pronto.

jueves, 13 de agosto de 2009

En la SIMA (con "s").

El día de miércoles me quedé de ver con mis amigos para ver el partido México-EUA (2-1) en cierto centro de vicio cercano a mi universidad, por cierto que nos tocó estar parados porque llegamos algo tarde al lugar, el partido ya había comenzado y claro que el lugar estaba aperrado, pero en fin pasé un rato muy agusto; terminando el partido tomamos camino rumbo a la universidad por algunos pendientes que tenían algunos de mis compas.. problemas de inscripción, etc. El caso es que por azares del destino tuve que entrar al programa político y vi a un muchacho con el que tomaba clases antes; la verdad es que me agrada bastante, pero de repente dejó de ir a clases y pues dejamos de tener contacto, lo había vuelto a ver el día anterior pero desde las lejanías así que no cuenta =P y después de saludar a medio mundo dentro de la oficina, y eso que no soy miss popularity (soy antisocial 99%) me acerqué a charlar con él y me di cuenta de que pasados como 3 meses sin verlo, el muchacho todavía me mueve el tapete (ruborízome).

El problemín es que: 1) el susodicho tiene novia y hasta donde yo sé la ama XD 2) carezco de preparación en cuanto a tirar tangas se refiere 3) la mayor parte del tiempo siento que estoy muy bien teniendo sólo amigos y nada más, será que no sé como comportarme o en qué consiste el rol de novia o lo que sea que se es, la simple palabra me causa no se que’s y supongo que prefiero imaginar escenarios de lo que podría pasar en vez intentar hacer algo para que suceda. Dirán: patético! Estoy consciente de ello, sin embargo, patética es mi tercer nombre :O. El hecho es que el muchacho me gusta bastante, disfruto platicar con él, no coincido del todo con sus opiniones más las respeto porque es congruente y sustenta sus afirmaciones, y en varias ocasiones me deja pensando, lo cual lo vuelve interesante y nulamente aburrido; en fin.., y sin embargo jamás podría decirle nada. ¿Miedo al ridículo, a ser rechazada, no correspondida, de verme como una lanzada? Probablemente.

No es tanto dar el primer paso lo que se me dificulta, sino que también el segundo y el tercero. Claro que el susodicho no ha dado ninguno (al menos yo ne me he dado cuenta, inocentes abrazos pero nada más), y no creo que los de; pero incluso se me complica reconocer cuando dan o intentan dar el primer paso conmigo, y entonces, compañeros y amigos, es así que puedo afirmar que me encuentro en el hoyo.

Al darme cuenta de la profundidad de éste decidí viajar por mi mente (durante mi cada vez más escaso tiempo libre) y encontré algunas situaciones que parecían no embonar adecuadamente, tras varias vueltas al asunto descubrí que: soy una cobarde! Me encuentro tan cómoda y agusto en mi soltería que, la verdad, ¿para qué buscar más? Es más sencillo quedarme estática que arriesgarme en alguna empresa amorosa en la que pudiera resultar lastimado mi corazoncito; justificación que considero poco más que mediocre, pues siempre he sostenido que vale más el dolor que conlleva la experiencia que hizo añicos tu hipotálamo (pues según loss científicos es ese órgano el que hace que nos enamoremos) a no sentir nada porque nunca pasó nada, pero en mi situación esas son más que palabras, y para esta fanática de las películas románticas, eso es imperdonable, si yo viera mi vida como una película la verdad es que ya le hubiera dado algunos sopapos a la protagonista, y no obstante, heme aquí. Pero, ¿cómo salir de la sima del hoyo de la cobardía?

El primer paso para dejar de serlo requiere cierto grado de valentía, pues ésta es imprescindible al reconocer que (sin rodeos) nos faltan cojones. ¿Cómo es que esta muchachita llegó a tal conclusión? es lo que han de estar preguntándose, pues bien, aquí está el cómo:

El clásico: chico conoce chica, a la chica le gusta el chico, al chico le gusta la chica y el resto, según infinidad de personas, está por demás decirlo; pues en mi caso cualquier deducción de comportamiento que podría considerarse "lo normal, lo esperado, lo obvio" está sobreestimada: en mi situación no aplica. En el caso mío, la historia no llega siquiera al chico conoce chica, ¿por qué? por mi cobardía, supongo que los huevos que no comí y que aborrecía cuando niña están causando estragos en mi vida “adulta”.

El hecho es que la sola idea de conocer a alguien me asusta, y no me refiero tener pánico previo a una cita, porque tal situación implicaría haber platicado con la persona previamente el tiempo mínimo requerido para que ésta haya tenido la oportunidad de invitarte a salir (por que la otra posibilidad, ser yo quien de el primer paso, es impensable).

El punto es que prefiero evadir la confrontación, porque ¿cómo puedes extrañar algo que nunca tuviste y que, usando la misma lógica, nunca tendrás? Espero algún día ser lo suficientemente valiente para demostrarle a aquel pequeñuelo cuanto me agrada, si no es él a algún otro, pero, al fin y al cabo, salir del hoyo que yo misma he cavado.

domingo, 2 de agosto de 2009

Don Quijote; un loco bastante cuerdo.

Me encontraba en la tertulia sabatina con mi señora madre, revolviendo y resolviendo el mundo en su totalidad cuando llegamos a punto de sumo interés que me parece importante mencionar: la buena fe de los funcionarios públicos, en este caso específicamente respecto a los apoyos de procampo, ha beneficiado a diversos sectores supuestamente perseguidos fervientemente por el gobierno federal en turno. Resulta irónico pensar que el mismo gobierno es el que ha estado patrocinando los gastos del crimen organizado que tanto presumen combatir.

Resulta incomprensible el hecho de que tales fondos lleguen a manos indeseables, pues dicen los delegados estatales de la SAGARPA que"para evitar que los sembradíos sean utilizados por el narcotráfico, se obliga a los beneficiarios del Procampo a protestar con “decir verdad” sobre los cultivos en los que aplicarán los recursos del programa".

Con tremenda medida no me explico cómo llegamos a donde estamos, pues mientras nosotros como ciudadanos mexicanos tenemos la obligación de investigar, como ejemplo simple entre muchos otros, a quién le rentamos la casa; pues de resultar ligado al crimen organizado es nuestra responsabilidad no saberlo y el gobierno tiene la facultad de embargar la propiedad en cuestión, vincularte y considerarte cómplice por el simple hecho de no haber investigado; mientras las instituciones del Estado al parecer están exentas de realizar tal investigación, ya que les resulta demasiado costoso el efectuar las averiguaciones correspondientes, bástandoles la protesta de cualquier individuo (y claro que no es cualquier individuo el que se beneficia con las "ayuditas" de procampo, pues la mayor parte de los afortunados son personas que por su simple estatus social, llamese funcionario público, no deberían acceder a estos fondos, no por el hecho de estar al servicio del Estado, sino por el sueldo que este les otorga, puesto que los fideicomisos fueron creados con la intención de ayudar al que no tiene, no al que tiene y quiere más, pero será de suponerse que es la eterna historia de nuestro ingrato país la culpable de la lamentable situación: el que está arriba no se conforma con estarlo, si no que siente la obligación moral de aplastar y exprimir hasta el último aliento de quien lo sostiene, de no hacerlo no sería digno de llamarse mexicano.. por supuesto que hay excepciones, contadas, pero las hay) de que sus pretensiones son honorables y que son más que merecedores del fondo, al final recibido el dinero no es menester entregar pruebas ni justificar en que se ocupó el monto que le fue otorgado, pues al final del día la misma cultura mexicana implica la no rendición de cuentas, resulta más fácil sentirnos engañados y no pedir explicaciones; nuestra sed de mantenernos alejados de la cosa común nos exige el continuo enojo hacia ésta y hacia quienes la manejan.

En el momento en el que nos sintamos identificados con la política, con lo común, en el instante en que sintamos la necesidad de involucrarnos en el manejo de nuestra vida como sociedad, como nación, en el momento en que nos importe el vecino de al lado y el de enfrente y el que vive a 40 km de la casa, en el momento en que no sólo nos enojemos por las situaciones indignas que rodean a quienes manejan el país, sino que convirtamos tal enojo en acciones, en un despertar como sociedad que impida la continua presencia de dichas situaciones.

En diferentes conversaciones he escuchado el siguiente sentir: para arreglar el país debemos arrancar el mal de raíz, los funcionarios son una basofia, no merecen representarnos, son indignos de confianza, corruptos, vendidos, y demás calificativos. Concuerdo con tal aseveración pero sólo hasta la primera coma, sí, es verdad, debemos arrancar el problema de raíz, mas la raíz no son los funcionarios, es la apatía en nosotros como sociedad; cómo encontrar a alguien que me represente si en el fondo no quiero ser representado, pues cuando observo un atropello a mis derechos ciudadanos callo, y como dice la vox populi, el que calla, otorga. Así que por favor, alzen la voz; pues como dice mi querido Quijote: deja que los perros ladren, Sancho; esa es señal de que estamos avanzando.
-JG

Sal, pimienta y...¿por qué no? un poco de paprika!!

¿Alguna vez has sentido que es imposible ir más allá de la costumbre; que por más que te propongas modificar tus patrones normales de conducta a tu cuerpo parece simplemente no importarle, pues insiste en mantenerse inmóvil, como si tu sistema nervioso hubiese colapsado.. o será que, simplemente, estás predestinado a cumplir un círculo vicioso del cual jamás podrás salir? La cuestión es que sí puedes salir, sólo de ti depende dejar el patrón, pero.. ¿estás preparado? Este espacio pretende compartir la lista interminable de denuncias sociales y un poco más (experiencias, instrospecciones, dudas, quejas, crisis existenciales, incomprensión total de los hechos, inconformidades, etcétera) de un espécimen humano del sexo femenino al cual le resulta casi imposible interactuar con el sexo opuesto por un sinnúmero de razones que por el momento resultan desconocidas e incomprensibles para ella, pero que con el tiempo saldrán a la luz, permitiéndo la evolución de esta especie en peligro de extinción, calificativo que más que amenaza se antoja una promesa.
-Josie Geller