jueves, 13 de agosto de 2009

En la SIMA (con "s").

El día de miércoles me quedé de ver con mis amigos para ver el partido México-EUA (2-1) en cierto centro de vicio cercano a mi universidad, por cierto que nos tocó estar parados porque llegamos algo tarde al lugar, el partido ya había comenzado y claro que el lugar estaba aperrado, pero en fin pasé un rato muy agusto; terminando el partido tomamos camino rumbo a la universidad por algunos pendientes que tenían algunos de mis compas.. problemas de inscripción, etc. El caso es que por azares del destino tuve que entrar al programa político y vi a un muchacho con el que tomaba clases antes; la verdad es que me agrada bastante, pero de repente dejó de ir a clases y pues dejamos de tener contacto, lo había vuelto a ver el día anterior pero desde las lejanías así que no cuenta =P y después de saludar a medio mundo dentro de la oficina, y eso que no soy miss popularity (soy antisocial 99%) me acerqué a charlar con él y me di cuenta de que pasados como 3 meses sin verlo, el muchacho todavía me mueve el tapete (ruborízome).

El problemín es que: 1) el susodicho tiene novia y hasta donde yo sé la ama XD 2) carezco de preparación en cuanto a tirar tangas se refiere 3) la mayor parte del tiempo siento que estoy muy bien teniendo sólo amigos y nada más, será que no sé como comportarme o en qué consiste el rol de novia o lo que sea que se es, la simple palabra me causa no se que’s y supongo que prefiero imaginar escenarios de lo que podría pasar en vez intentar hacer algo para que suceda. Dirán: patético! Estoy consciente de ello, sin embargo, patética es mi tercer nombre :O. El hecho es que el muchacho me gusta bastante, disfruto platicar con él, no coincido del todo con sus opiniones más las respeto porque es congruente y sustenta sus afirmaciones, y en varias ocasiones me deja pensando, lo cual lo vuelve interesante y nulamente aburrido; en fin.., y sin embargo jamás podría decirle nada. ¿Miedo al ridículo, a ser rechazada, no correspondida, de verme como una lanzada? Probablemente.

No es tanto dar el primer paso lo que se me dificulta, sino que también el segundo y el tercero. Claro que el susodicho no ha dado ninguno (al menos yo ne me he dado cuenta, inocentes abrazos pero nada más), y no creo que los de; pero incluso se me complica reconocer cuando dan o intentan dar el primer paso conmigo, y entonces, compañeros y amigos, es así que puedo afirmar que me encuentro en el hoyo.

Al darme cuenta de la profundidad de éste decidí viajar por mi mente (durante mi cada vez más escaso tiempo libre) y encontré algunas situaciones que parecían no embonar adecuadamente, tras varias vueltas al asunto descubrí que: soy una cobarde! Me encuentro tan cómoda y agusto en mi soltería que, la verdad, ¿para qué buscar más? Es más sencillo quedarme estática que arriesgarme en alguna empresa amorosa en la que pudiera resultar lastimado mi corazoncito; justificación que considero poco más que mediocre, pues siempre he sostenido que vale más el dolor que conlleva la experiencia que hizo añicos tu hipotálamo (pues según loss científicos es ese órgano el que hace que nos enamoremos) a no sentir nada porque nunca pasó nada, pero en mi situación esas son más que palabras, y para esta fanática de las películas románticas, eso es imperdonable, si yo viera mi vida como una película la verdad es que ya le hubiera dado algunos sopapos a la protagonista, y no obstante, heme aquí. Pero, ¿cómo salir de la sima del hoyo de la cobardía?

El primer paso para dejar de serlo requiere cierto grado de valentía, pues ésta es imprescindible al reconocer que (sin rodeos) nos faltan cojones. ¿Cómo es que esta muchachita llegó a tal conclusión? es lo que han de estar preguntándose, pues bien, aquí está el cómo:

El clásico: chico conoce chica, a la chica le gusta el chico, al chico le gusta la chica y el resto, según infinidad de personas, está por demás decirlo; pues en mi caso cualquier deducción de comportamiento que podría considerarse "lo normal, lo esperado, lo obvio" está sobreestimada: en mi situación no aplica. En el caso mío, la historia no llega siquiera al chico conoce chica, ¿por qué? por mi cobardía, supongo que los huevos que no comí y que aborrecía cuando niña están causando estragos en mi vida “adulta”.

El hecho es que la sola idea de conocer a alguien me asusta, y no me refiero tener pánico previo a una cita, porque tal situación implicaría haber platicado con la persona previamente el tiempo mínimo requerido para que ésta haya tenido la oportunidad de invitarte a salir (por que la otra posibilidad, ser yo quien de el primer paso, es impensable).

El punto es que prefiero evadir la confrontación, porque ¿cómo puedes extrañar algo que nunca tuviste y que, usando la misma lógica, nunca tendrás? Espero algún día ser lo suficientemente valiente para demostrarle a aquel pequeñuelo cuanto me agrada, si no es él a algún otro, pero, al fin y al cabo, salir del hoyo que yo misma he cavado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario