Ayer fue un día de breakouts para mí. Una queridísima amiga me invito a un parque de diversiones, accedí. La verdad es que fue increíble; había tenido una semana emocionalmente pesada (por sinsentidos que yo misma me impuse, supongo que cuando quieres estar mal sobran los motivos; lo curioso es que no quiero estar mal, pero ¿cómo apreciar la felicidad cuando no se conoce lo contrario?) y ese día fue asombroso. Comenzando por un show acuático que aún cuando me dejó mucho en que pensar, cuestiones que serán abordadas en futuros posts para no hacer más pesado este, me divirtió bastante.
Ya me había subido a la mayoría de los atractivos del parque en una visita anterior, aún así sentí la adrenalina antes, durante y después del recorrido. Sin embargo, el breakout principal para mí fue subirme a un juego conocido como boomerang, fue hasta que llegué a mi casa que me cayó el veinte de por qué el dichoso nombrecito y es que tal juego tiene la particularidad de ir y venir, es decir, te lleva de reversa! lo cual me daba más que miedo, pavor. Claro que para subir a la máquina aquella tuvimos que hacer una fila por más de una hora, no es suficiente el terror que me causaba pensar en subirme, sino que tuve que soportar dicha sensación por bastante tiempo, irónico pensar que hacemos colas de más de una hora por un juego que dura apenas minutos. Mientras esperaba mi turno me tocó presenciar el recorrido del juego varias veces y cada que volteaba a ver el juego y escuchaba los gritoss la verdad es que yo sufría por dentro, mi terror llegó al clímax cuando vi salir a un señor llorando, la verdad es que yo no lo ví, pero mis acompañantes me dijeron y la verdad es que yo les creo, tanto que casi salgo corriendo; dirán ¿por qué fregados te subiste? sinceramente, no lo sé. La razón puede encontrarse en varios factores: estaba ahí, había demasiada gente como para salir corriendo, no porque me diera pena, sino porque no hubiera podido, verán: en la fila hay entrada, más no salida.
Otra razón fue el superar mis miedos, al menos ese fue el cocowash de mi amiga para que no me fuera, claro que de haber querido fuerza humana alguna no me lo habría podido impedir, verán cuando pretendo algo lo consigo (no porque me la tire de poderosa, sino porque es verídico, cuando en verdad quiero algo lo hago, supongo que no eran tantas mis ganas de irme porque terminé subiéndome y no me arrepiento). También pudo haber influido el hecho de que soy humana y todo ser humano tiene cierto nivel de masoquista, el mío sale a la luz en ese tipo de juegos, sufro antes de subir, pero la verdad es que disfruto esas emociones y como no tengo problema cardiaco alguno no hubo algo lo suficientemente válido (dentro de mis estándares) como para acobardarme. Y por último, tengo un recuerdo mío en un parque acuático de mazatlán en el que no me atreví a saltar de una especie de tirolesa en la que caías a la alberca; no me arrepiento de no haberme tirado, la verdad es que en ese momento tenía la profunda certeza de que si me tiraba moriría descalabrada, pero no quiero tener otro recuerdo de esa índole, uno en el que por miedo no me atreví a hacer lo que me había propuesto; así que decidí continuar en la fila y disfrutar, dentro de lo que pudiera, el recorrido; y lo hice! XD
Al final del día me sentí libre, invencible, imparable: mejor que nunca. Liberarme de las cadenas que yo misma me había impuesto por medio de miedos, tabúes, penas, y sabe cuantas cosas más, fue lo mejor que me pudo haber pasado. Tanto fue el impacto de esa experiencia que, parecerá ridículo, pero para aquellos que me conocen saben que no parece: simplemente lo es, de regreso a mi casa estaba mirando por la ventana del camión, pensando en el día y viendo pasar a los transeúntes y transportes y transportistas que pasaban, ( y la verdad es que vi bastantes porque el conductor del camión al que subí simplemente no se dignaba a avanzar, esperaba a que se llenará, como comunmente sucede en las calles y camiones de esta ciudad) cuando alguien que iba en una combi, quien yo di por supuesto que era el amigo del conductor me sonrió y lo inusitado fue que yo le devolví la sonrisa. Siendo yo, ante un desconocido, eso es más que inusitado, sin embargo lo hice y también fue liberador. El muchacho, para ser microbusero de esta chilanga ciudad, tendré que decir que no era el típico ejemplar; puede ser que simplemente haya tenido una bonita sonrisa, no lo sé, era de noche y no me fijé y la verdad es que no importa, big picture please! Lo remarcable es que no fui la mamona que siempre soy y le respondí la sonrisa, la verdad es que eso no me quita nada, hasta ahora lo comprendí. Verán, soy una persona sonriente, pero cuando sonreír implica desconocidos del sexo masculino (feos o guapos, la verdad es que no discrimino) se me olvida cómo contraer los músculos faciales que logran dar esa impresión de coquetería, sencillamente no puedo, inconcientemente no me lo permito; pero no más.
Cómo es posible que un juego haya repercutido tanto en mi vida, no lo sé. Lo que sé es que pedí otro envase de chocomilk de Hershey's saliendo de six flags, pues me habían dado de fresa (strawberrymilk? fresamilk?) y ese no me gusta (los estaban regalando, lo cual me hace algo así como merecedora de la pena ajena) así que cuando vi que sacaron de chocolate me arriesgué y pedí uno de mi sabor preferido, a pesar de que las reglas del buen comportamiento en mi mente me rogaban que no lo hiciera, pero ¿qué podía perder?nada y podía ganar ya fuera un chocomilk o uno de los momentos más placosos de mi vida; gané lo primero y fui feliz.
Espero poner en práctica las enseñanzas de mi día en las seis banderas; no cohibirme y simplemente hacer lo que me plazca, sin reproches o ataduras, total la vida es corta o muy larga, como para no disfrutarla. Y si para poder disfrutarla necesitas un chocomilk, pues ¿que esperas?,¡¡ve por uno!!
Ya me había subido a la mayoría de los atractivos del parque en una visita anterior, aún así sentí la adrenalina antes, durante y después del recorrido. Sin embargo, el breakout principal para mí fue subirme a un juego conocido como boomerang, fue hasta que llegué a mi casa que me cayó el veinte de por qué el dichoso nombrecito y es que tal juego tiene la particularidad de ir y venir, es decir, te lleva de reversa! lo cual me daba más que miedo, pavor. Claro que para subir a la máquina aquella tuvimos que hacer una fila por más de una hora, no es suficiente el terror que me causaba pensar en subirme, sino que tuve que soportar dicha sensación por bastante tiempo, irónico pensar que hacemos colas de más de una hora por un juego que dura apenas minutos. Mientras esperaba mi turno me tocó presenciar el recorrido del juego varias veces y cada que volteaba a ver el juego y escuchaba los gritoss la verdad es que yo sufría por dentro, mi terror llegó al clímax cuando vi salir a un señor llorando, la verdad es que yo no lo ví, pero mis acompañantes me dijeron y la verdad es que yo les creo, tanto que casi salgo corriendo; dirán ¿por qué fregados te subiste? sinceramente, no lo sé. La razón puede encontrarse en varios factores: estaba ahí, había demasiada gente como para salir corriendo, no porque me diera pena, sino porque no hubiera podido, verán: en la fila hay entrada, más no salida.
Otra razón fue el superar mis miedos, al menos ese fue el cocowash de mi amiga para que no me fuera, claro que de haber querido fuerza humana alguna no me lo habría podido impedir, verán cuando pretendo algo lo consigo (no porque me la tire de poderosa, sino porque es verídico, cuando en verdad quiero algo lo hago, supongo que no eran tantas mis ganas de irme porque terminé subiéndome y no me arrepiento). También pudo haber influido el hecho de que soy humana y todo ser humano tiene cierto nivel de masoquista, el mío sale a la luz en ese tipo de juegos, sufro antes de subir, pero la verdad es que disfruto esas emociones y como no tengo problema cardiaco alguno no hubo algo lo suficientemente válido (dentro de mis estándares) como para acobardarme. Y por último, tengo un recuerdo mío en un parque acuático de mazatlán en el que no me atreví a saltar de una especie de tirolesa en la que caías a la alberca; no me arrepiento de no haberme tirado, la verdad es que en ese momento tenía la profunda certeza de que si me tiraba moriría descalabrada, pero no quiero tener otro recuerdo de esa índole, uno en el que por miedo no me atreví a hacer lo que me había propuesto; así que decidí continuar en la fila y disfrutar, dentro de lo que pudiera, el recorrido; y lo hice! XD
Al final del día me sentí libre, invencible, imparable: mejor que nunca. Liberarme de las cadenas que yo misma me había impuesto por medio de miedos, tabúes, penas, y sabe cuantas cosas más, fue lo mejor que me pudo haber pasado. Tanto fue el impacto de esa experiencia que, parecerá ridículo, pero para aquellos que me conocen saben que no parece: simplemente lo es, de regreso a mi casa estaba mirando por la ventana del camión, pensando en el día y viendo pasar a los transeúntes y transportes y transportistas que pasaban, ( y la verdad es que vi bastantes porque el conductor del camión al que subí simplemente no se dignaba a avanzar, esperaba a que se llenará, como comunmente sucede en las calles y camiones de esta ciudad) cuando alguien que iba en una combi, quien yo di por supuesto que era el amigo del conductor me sonrió y lo inusitado fue que yo le devolví la sonrisa. Siendo yo, ante un desconocido, eso es más que inusitado, sin embargo lo hice y también fue liberador. El muchacho, para ser microbusero de esta chilanga ciudad, tendré que decir que no era el típico ejemplar; puede ser que simplemente haya tenido una bonita sonrisa, no lo sé, era de noche y no me fijé y la verdad es que no importa, big picture please! Lo remarcable es que no fui la mamona que siempre soy y le respondí la sonrisa, la verdad es que eso no me quita nada, hasta ahora lo comprendí. Verán, soy una persona sonriente, pero cuando sonreír implica desconocidos del sexo masculino (feos o guapos, la verdad es que no discrimino) se me olvida cómo contraer los músculos faciales que logran dar esa impresión de coquetería, sencillamente no puedo, inconcientemente no me lo permito; pero no más.
Cómo es posible que un juego haya repercutido tanto en mi vida, no lo sé. Lo que sé es que pedí otro envase de chocomilk de Hershey's saliendo de six flags, pues me habían dado de fresa (strawberrymilk? fresamilk?) y ese no me gusta (los estaban regalando, lo cual me hace algo así como merecedora de la pena ajena) así que cuando vi que sacaron de chocolate me arriesgué y pedí uno de mi sabor preferido, a pesar de que las reglas del buen comportamiento en mi mente me rogaban que no lo hiciera, pero ¿qué podía perder?nada y podía ganar ya fuera un chocomilk o uno de los momentos más placosos de mi vida; gané lo primero y fui feliz.
Espero poner en práctica las enseñanzas de mi día en las seis banderas; no cohibirme y simplemente hacer lo que me plazca, sin reproches o ataduras, total la vida es corta o muy larga, como para no disfrutarla. Y si para poder disfrutarla necesitas un chocomilk, pues ¿que esperas?,¡¡ve por uno!!
:)
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